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Santorini y Mikonos: las joyas del mar Egeo

En el punto donde se unen Oriente y Occidente se encuentra una de las más bellas naciones del mundo: la mágica Turquía.Un país donde las culturas han creado un mosaico de colores, sabores y esencias únicas. Un paraíso incomparable donde el pasado y el futuro se encuentran para maravillar a quien se asome a sus encantos.

Pero de todas ellas hay dos que atrapan al viajero, que aunque regrese a su lugar de origen no podrá olvidar nunca lugares tan especiales: Mikonos y santorini. Si nunca has estado allí.. ¿A qué esperas para descubrirlas?

Dicen de Santorini y Mikonos que son, junto a las islas vecinas, el último trozo de tierra visible que quedó de la Atlántica cuando una gran catástrofe la sumergió en las aguas. Es posible que el gran cráter sobre el que se asienta Santorini sea la boca del volcán que desencadenó la tragedia que hizo desaparecer en tan solo una noche al “Cotinente Perdido“, el más bello y paradisíaco lugar descrito por los poetas de la antigüedad.

Sea o no, Santorini y Mikonos son emplazamientos mágicos, llenos de lugares escondidos y de calles evocadoras. Islas blancas donde se respira armonía y bienestar, donde aún es posible entrar en contacto con la Madre Tierra y abandonar nuestro cuerpo a las sensaciones.

La más conocida de las Islas Cícladas, Mikonos, ofrece un sol acogedor, fantásticas playas, una gastronomía llena de color y una animada y cosmopolita vida nocturna. La isla atrae y potencia las relaciones humanas. Fue para los griegos el lugar en el que se libró la batalla entre Zeus y los Gigantes, y en el siglo XX el lugar donde se dio cita la jet-set internacional.

Santorini nos hace viajar atrás en el tiempo, como si éste se hubiera detenido. A tan solo unas horas en ferry de Atenas, y muy bien conectadas con otras islas del Egeo, Mikonos y Santorini pueden ser una fantástica base de operaciones para conocer este archipíelago que esconde restos arqueológicos de gran valor. Sí son o no los restos de la Atlántida, hay que descrubrirlo por uno mismo.

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Turquía. ¡Vive la pasión!

En el punto donde se unen Oriente y Occidente se encuentra una de las más bellas naciones del mundo: la mágica Turquía. Un país donde las culturas han creado un mosaico de colores, sabores y esencias únicas. Un paraíso incomparable donde el pasado y el futuro se encuentran para maravillar a quien se asome a sus encantos.

 

Son numerosos los visitantes que cada año acuden a estas tierras en busca de la mítica Tracia, intentando rastrear las huellas de Troya, buscando la terraza de la escuela de Platón en Assos, o contemplando la grandiosidad de Constantinopla, hoy convertida en una de las ciudades más hermosas de Europa: Istanbul.

 

Pérgamo, Edirne, Mileto, Olimpos o Konya son parajes mágicos que cuentan historias, leyendas y mitos. Izmir es la ciudad natal de Homero, en Teos vivieron Platón y Apelicón. En Odeón se puede oír a Heráclito, San Pablo comenzó aquí a difundir el cristianismo. El Monte Coressos sirvió de morada a la Virgen María mientras San Juan escribía su Evangelio.

 

Dos de las siete maravillas del mundo se encuentran en Turquía, el Mausoleo de Halicarnaso y el Templo de Artemisa, ambas situadas en la costa del Mar Egeo. Faselis fue el lugar de encuentro de una de las grandes historias de amor: Marco Antonio y Cleopatra.

 

La cueva donde nació San Pedro guarda el recuerdo del padre de la Iglesia Cristiana. La Cueva de Urfa recuerda que aquí bebía agua uno de los primeros profetas, Abraham. Mezcla de civilizaciones, de historias, de imperios. Las ciudades subterráneas, los bailes y las danzas a la hora de las comidas, el carácter alegre y armonioso del pueblo turco, son sólo algunas de las múltiples razones para visitar Turquía.

 

Dicen que Leandro solía atravesar el estrecho de Dardanelos para encontrarse con su amada. Y no es para menos, Turquía es uno de los países más bellos y el `museo al aire libre más grande del mundo.

 

La riqueza histórica de Turquía es comparable a la explosión de belleza que la naturaleza del país ofrece y que ha sido elegida por más de cuatro millones de aves para pasar las estaciones de primavera y otoño durante la época de migraciones.

 

El cielo se colma de color, trinos y vuelos en un espectáculo que resulta impresionante. Turquía ofrece, además, magnífi cas playas color turquesa, impresionantes cataratas, frondosos bosques con interesantes especies endémicas, fértiles valles, cuevas con estalactitas y estalagmitas, así como formaciones rocosas muy originales que permanecen en el recuerdo y por mucho tiempo en el corazón de quien las descubre.

 

Un paisaje encantado que lleno de historia, cargado de futuro y modernidad, tiene la peculiaridad de cambiar de color dependiendo de la luz solar. Turquía se vuelve un tamiz de colores, una paleta cromática que llena y embriaga los sentidos. Los tonos marrones, ocres y rojos se convierten en azules y grises con las últimas luces del día. Y cada día una nueva historia, un nuevo lugar, un momento inolvidable para descubrir y recordar toda la vida, en Turquía.

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